Estas letras están escritas desde el corazón y con la única intención de hacernos pensar, actuar, para ser más y mejor persona. Una reflexión que va más allá del Día Internacional de la Mujer y que he dividido en cuatro puntos que para mí son esenciales y claves para hacer de este mundo, un mundo más y mejor.

Más allá del Día Internacional de la Mujer

Es INNEGABLE que se han dado importantes AVANCES en lograr que hombres y mujeres tengan la misma participación política, acceso a la educación, a la salud e igualdad económica y laboral… PERO también es INNEGABLE que queda MuuuuuuuuuuuuCHO por hacer y MuuuuuuuuCHO camino que recorrer… y lo más INNEGABLE de todo es, que somos TODAS las personas (hombres y mujeres), las que debemos FULMINAR esta desigualdad.

Pienso que lo verdaderamente importante es que todos somos PERSONAS y tenemos la enorme capacidad de influenciar en nuestras 3 dimensiones: familiar, ocio y profesional… y es ahí donde radica la CLAVE para lograr la igualdad… DESPREOCUPÁNDONOS de lo que hagan o no los demás, y OCUPÁNDONOS de aportar cada día nuestro granito de arena en nuestras 3 dimensiones.

Equidad e Igualdad: NO son SÍNONIMOS, pero tampoco ANTÓNIMOS.

Pienso que cuando hablamos de igualdad buscamos un principio jurídico universal que establece que todas las personas somos iguales, que no existen diferencias en el valor sin importar la raza, nacionalidad, género, preferencias sexuales, edad y otros. Por tal motivo se da la PARADOJA de que una sociedad que logrará un trato «igualitario», en el sentido amplio de la palabra, sería una población «desigual», pues se estarían obviando las DESIGUALDADES que existen entre la diversidad humana: superioridad del hombre frente a la mujer, discapacidad, etc.

La EQUIDAD implica un reparto justo entre desiguales: para cada uno, de acuerdo con sus necesidades y a cada uno, de acuerdo con sus capacidades.

CULTIVANDO nuestra PROPIA diversidad.

Hablamos mucho sobre la importancia de la diversidad en nuestra sociedad… pero ¿qué pasa con la diversidad dentro de cada uno de nosotros? Pensando y pensando de qué manera efectiva estoy yo contribuyendo a potenciar la diversidad en nuestra sociedad, NO lo acababa de verlo claro… hasta que me di cuenta de que mi mayor granito de arena consistía en seguir cultivando mi propia diversidad… y NO estoy loco.

Me explico… cuanto más trabajo la diversidad de mi personalidad e identidad, más y mejor amplifico mis interacciones con todo tipo de personas, convirtiendo nuestras diferencias (culturales, raza, sociales, políticas, genero sexual, etc.) en enormes puntos de conexión, entendimiento, respeto y comprensión.

TODOS somos PERSONAS con DISTINTAS CAPACIDADES.

Somos 7.000 millones de PERSONAS en el mundo, y se empeñan en dividirnos en CAPACITADOS (6.000 millones) y DISCAPACITADOS (1.000 millones)… y Noooooooooooooooo estoy de acuerdo.

Hace 36 años la ONU proclamó el Día Internacional de las PERSONAS con Discapacidad, y sí, es innegable que se ha evolucionado muy significativamente en la integración, que NO inclusión de estas PERSONAS. Inclusión, es un concepto que va más allá de la integración física, y que tiene que ver con la participación EFECTIVA de pleno derecho en los diferentes ámbitos de nuestra sociedad, de todas y cada una de las PERSONAS a las que hoy ETIQUETAMOS como discapacitados.

Tras 36 años, entiendo necesario incorporar cambios rupturistas e inclusivos, empezando por el uso de esta palabra… el desconocimiento de muchas personas ¿¿¿CAPACITADAS???, es en gran parte responsable de la ESTIGMATIZACIÓN y DISCRIMINACIÓN que padecen las personas ¿¿¿discapacitadas???. Está ampliamente demostrado que, una vez eliminados los obstáculos a la integración de las personas discapacitadas, estas pueden participar activa y productivamente a la vida social y económica de sus comunidades.

Es responsabilidad de todos empezar a corregir cuestiones como estas, que como sociedad nos empequeñecen. Es hora de acabar con la VISIÓN negativa y/o de lástima que se tiene de estas PERSONAS, con sus defectos y virtudes como cualquier otra. Es el momento de desaprender lo aprendido para aprender a conocer lo desconocido.